Sinopsis: «Esta ciudad huele a humo y a cosas que se pudren en verano. Está más encantada de lo que imaginé. Ahí fuera, en algún lugar, está lo que vine a buscar, un fantasma con fuerza suficiente para arrebatar el aliento de las gargantas de los vivos. Pienso de nuevo en ella. Anna. Anna vestida de sangre. Me pregunto qué trucos intentará. Me pregunto si será inteligente. ¿Flotará? ¿Se reirá o gritará? ¿Cómo intentará matarme?»
Bajo esta singular sinopsis se esconde la novela Anna vestida de sangre, una obra cuya continuación es Anna desde el infierno. Esta va a ser una reseña conjunta y, aunque aquí hablaré sobre todo de la primera, todo es aplicable a ambas. ¿Por qué no voy a decir mucho de la segunda? Por la sencilla razón de que cualquier cosa que diga sobre la trama será un spoiler enorme de lo que sucede en la primera.
Tal vez esta sinopsis no aclare mucho de qué va la historia, aunque sí es un claro ejemplo del estilo de la narración que nos encontraremos entre sus páginas (de hecho, es un fragmento extraído del libro, con alguna pequeña modificación). Anna vestida de sangre nos cuenta la historia de Teseo Cassio Lowood, un cazador de fantasmas. Su sangre está unida al áthame, un cuchillo ceremonial heredado tras la muerte de su padre, que realizaba la misma tarea.
Cas es un chico de diecisiete años que recorre Norteamérica en busca de fantasmas asesinos. Esto le convierte en una persona solitaria que no llega a echar raíces, pasando por multitud de institutos sin llegar a entablar amistad con nadie. Esa situación cambia cuando llega a Thunder Bay, donde conoce a Thomas (un chico raro con el poder de leer la mente) y Carmel (la chica más popular del instituto), que se convertirán en sus mejores amigos. La razón por la que se muda a aquella ciudad es que allí se encuentra el fantasma más peligroso del que le han hablado: Anna vestida de sangre. Su apelativo viene por el vestido que lleva, completamente empapado de sangre, y se dice que todo aquel que entra en la casa que habita muere de forma terrible. Cas no tarda mucho en comprobar que Anna es más poderosa de lo que había imaginado, y que lo que se cuenta de su fiereza no son exageraciones. Pero, por alguna razón que no llega a entender, el fantasma lo deja a él con vida.
Hasta aquí puedo hablar de la trama sin desvelar nada importante.
La historia está narrada de una forma poco habitual: presente y primera persona. Si uno no se encuentra acostumbrado a encontrarse con este tipo de narrador, las primeras páginas pueden resultar un poco extrañas, pero es fácil acostumbrarse a ello; resulta tan inmersivo que enseguida te sumerges en la historia. Esto se debe, en mayor parte, al estilo con que está escrita la novela: es bastante sencillo y natural, lo que acrecienta la sensación de estar escuchando a un chico de diecisiete años.
A simple vista, los personajes principales resultan muy estereotipados: el chico nuevo en el instituto; el chico enclenque y rarito con el que todos se meten; la chica más popular. Pero muchos de los clichés que suelen definir a estos tipos de personajes se rompen rápidamente, dotándolos de un interés que enriquece al resto de la historia.
Y hablando de la historia. Tanto los protagonistas como el narrador que usa, nos dicen que los libros están dirigidos a un público claramente juvenil, y la temática nos lleva hasta el género de terror. Y sí, hay escenas bastante logradas, sobre todo las primeras apariciones de Anna, que pueden resultar escalofriantes. Pasado el primer tercio la sensación de miedo decae un poco, pero el final vuelve a conseguir esa atmósfera aterradora, aunque tal vez más por lo que siente el protagonista (y a la vez narrador) que por la propia ambientación en sí.
Como dije al principio, todo de lo que he hablado se puede aplicar a su continuación, Anna desde el infierno. Esta historia comienza unos meses después del final de la primera parte, y nos presenta a algunos personajes nuevos, además de muchos que ya conocemos, y traslada parte de su argumento a tierras británicas. La única pega que le encuentro es que se pierde mucho el factor sorpresa, ese punto de originalidad que diferencia Anna vestida de sangre de otras novelas. Pero me atrevo a asegurar que, si te gusta la primera parte, la segunda también lo hará.
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