Sinopsis: «En el otoño de un 1950 lluvioso y sombrío, Berta, una muchacha de diecinueve años, llega a Madrid para trabajar como manceba en la farmacia de un tío suyo al que no ve desde hace años. Lo hace tratando de escapar de un ambiente opresivo, pero lo que encontrará con esa nueva familia, de la que en realidad sabe muy poco, será aún más atroz.
Libros prohibidos, amores no correspondidos, secretos crueles, un crimen brutal, un primo díscolo del que nadie quiere hablar y una mujer atormentada que purga noche tras noche sus pecados más inconfesables aguardan a Berta en el desván de una casa en la que nunca debió entrar.
Beatriz Alcaná recoge el testigo de Mary Shelley, de Bram Stoker, de Oscar Wilde, y le imprime un aire de folletín gótico refinado que hará las delicias del lector de sus predecesores».
Cuando hablamos de terror, la mayoría de las veces se nos vienen a la cabeza libros o películas de casas encantadas, de posesiones demoniacas, de monstruos devoradores de humanos, de sádicos e implacables asesinos que se ocultan tras una máscara. Sin embargo, hay muchos otros tipos de terror, y uno del que apenas se habla es del terror cotidiano, ese en el que lo truculento se esconde a simple vista en nuestro día a día… O en el de los personajes de una historia.
La novela que pretendo reseñar hoy es una de esas historias.
Beatriz Alcaná, a quien pudisteis conocer un poco mejor a través de la entrevista que le hice a principios de este del año, nos cuenta cómo la joven Berta consigue huir de una vida aterradora (ambiente rural, sin futuro, ninguneada por su familia y vilipendiada por tener sueños) para alcanzar un nuevo y esperanzador inicio (la gran ciudad, un buen trabajo, sentirse respetada, un hogar bajo la protección de alguien a quien admira); pero claro, pocas cosas en esta vida salen como a uno le gustaría, y la pobre Berta no iba a ser más afortunada que el más común de los mortales.
Porque, a ver, se podría decir que Teseo en llamas es un libro un poco mentiroso; tanto la cubierta como la narración de Berta podrían pasar por una novela costumbrista ambientada en la Madrid de mediados del siglo pasado. Sin embargo, lo que tenemos delante es una historia de terror. La parte costumbrista no es más que el escenario, el gancho para hacernos sentir cómodos, empatizar con la protagonista y mostrarnos el futuro tan esperanzador que se presenta ante ella. Lo dicho, un libro mentiroso.
«En vista de que con palos no me hacían desistir de mi empeño, mi madre decidió ocultarme la labor que Pedro tenía reservada para mí y me hizo creer durante días que me iba a Madrid para servir como fregona. Cuando mi padre se dio cuenta de que lo mismo me daba trabajar de una cosa que de otra, se dio por vencido y muy a su pesar se conformó con sacar tajada de la situación».
Teseo en llamas
Beatriz Alcaná
Mientras acompañamos a Berta en su adaptación a su nueva vida, no solo descubrimos que la situación no es tan idílica (la cariñosa y a la vez distante relación con su tío, la frialdad de la esposa de este, el tabú en que se ha convertido primo), sino que se nos cuentan otros hechos bastante alejados tanto en temática como en tiempo y en espacio. Viajamos a la Cuba de la época de la Guerra de los Diez Años para ser testigos de un hecho tan increíble como aterrador relacionado con el vudú, lo que da paso a una trama paralela que, finalmente, acaba convergiendo con la principal. ¿O se trata de una vertiente diferente del mismo argumento? En realidad poco importa, porque las dos van evolucionando de forma tan natural que, a pesar de los giros y de las sorpresas, todo parece lógico y tiene sentido.
Con todo, creo que el gran valor añadido de Teseo en llamas es la forma en que está escrita. ¡Cuánto talento tiene Bea! Al igual que me sucedió cuando leí Echidna, su anterior novela, bastan poco más de unos minutos de lectura para meterse de lleno en el libro, para sentir que estás con Berta en esa casa oscura que guarda tantos y tan turbios secretos. Vamos, que lo que te cuenta luce mucho más por la manera en que te lo cuenta.
Como podéis observar, todo (o casi todo) son elogios, pero para ser fiel a la realidad, os diré que no es solo cosa mía, porque esta novela ya ha recibido una buena cantidad de críticas positivas y prestigiosos premios. No en vano fue publicada por ser la ganadora del XXVII Premio de Novela Ciudad de Salamanca, está nominada al Premio Ignotus 2024 en la categoría Mejor Novela Nacional (Echidna también lo está en categoría Mejor Novela Corta y no me sorprendería que se llevara los dos) y, para rematar, se llevó el Premio Kelvin 505, convocado por el célebre festival Celsius 232.
Y vosotros, ¿habéis leído ya esta joya? Si no es así y todos los argumentos que os he dado no os convencen, poco más se puede hacer al respecto. Y si ya os habéis paseado por la farmacia de la familia Egeo, estaría más que encantado de conocer vuestra opinión. Para esto y cualquier otra cosa, disponéis del cajetín de comentarios que hay un poco más abajo. ¡Nos vemos!