El mundo que forjamos
N. K. Jemisin

19/08/2025

Sinopsis: «Hay cosas que no van del todo bien en la ciudad que nunca duerme. Los avatares de Nueva York han conseguido evitar temporalmente la invasión de la Mujer de Blanco (y de paso la destrucción de todo el universo), pero el misterioso Enemigo con E mayúscula esconde poderes más sutiles bajo la manga. Un nuevo candidato a la alcaldía, experto en el arte de la retórica populista de la gentrificación, la xenofobia y la “ley y el orden”, puede llegar a conseguir cambiar la naturaleza de la Gran Manzana.

Para derrotarlo a él y al Enemigo que lo controla en las sombras, los avatares deberán unirse con el resto de las ciudades grandiosas. O arriesgarse a la aniquilación completa de su mundo».

Cubierta de El mundo que forjamos, de N. K. Jemisin
Nueva York está viva, pero no es una persona. En realidad son siete personas, todas muy diferente entre sí

Hace unos pocos meses me topé con una lectura que me sorprendió mucho y para bien: La ciudad que nos unió, de N. K. Jemisin. Más tarde, cuando escribí la reseña, descubrí para mi alegría que apenas unas semanas atrás se había lanzado una segunda parte. Como no podía ser de otra manera, me prometí que no tardaría mucho en volver a ese mundo. Pues bien, soy hombre de palabra y he cumplido, ya he dado buena cuenta de El mundo que forjamos.

Si en aquella ocasión puse en duda lo mucho que me había gustado porque el formato fue el audiolibro, el haber leído esta secuela de forma más tradicional me ha convencido de que no tenía razones para cuestionármelo. Porque he disfrutado las dos en la misma medida, independientemente de que la historia me entrara por los ojos o por los oídos.

Antes de continuar, quiero lanzar un aviso: El mundo que forjamos es la continuación directa de La ciudad que nos unió, por lo que en esta reseña encontrarás algún que otro spoiler de la primera parte. Te recomiendo que, si no has leído el libro que abre la bilogía, no continúes con la reseña. Si lo haces, ya es bajo tu propia responsabilidad.

Bueno, para empezar, diré que fue una sorpresa enterarme de que lo que iba a ser una trilogía se convirtió en una historia de dos partes. Ya había leído por ahí algo al respecto, pero no estaba muy seguro de que la información fuese del todo fiable. Ahora, en cambio, es la propia autora quien confirma el cambio y nos habla en la sección de «Agradecimientos» de las razones por las que tomó tal decisión: que el mundo real ha cambiado en los últimos años de tal forma que se parece demasiado, obviando los elementos fantásticos, a lo que ella describe en esta historia, y eso le restaba fuerzas para seguir; incluso le hizo cambiar partes de la trama para que no parecieran un calco de la actualidad. Y la verdad, después de leer el libro, asusta ver cómo, en palabras de la misma Jemisin, «el mundo real avanza más rápido que la ficción».

«—Cuando me construyeron, mis creadores habían sobrevivido a horrores que no sois capaces siquiera de concebir. Los mantuvieron a raya formando parte del último universo que quedaba en pie. Y no fue solo una vez, sino repetidas veces. ¿Y ahora sois vosotros los que os sentí “insultados” por pediros que seáis un poco menos egoístas? ¿Queréis que os tratemos como iguales cuando acabáis de descubrir los fundamentos de la existencia? ¡Cómo os atrevéis!».

El mundo que forjamos

N. K. Jemisin

Centrándonos ya en la propia historia, los acontecimientos que se nos narran en esta secuela suceden tres meses después de que los cuatro avatares de los distritos de Nueva York más el de Jersey City despertaran al avatar primario y así expulsar al Enemigo, desterrándolo al distrito que decidió traicionar a la ciudad. Ahora que han aceptado su destino, algunos de los avatares han elegido vivir juntos para su comodidad y para fortalecer sus vínculos. Mientras tanto, la ciudad de R’lyeh se cierne como una amenaza sobre Staten Island, un recordatorio de que, aunque Nueva York ganó la batalla, la guerra multiversal sigue muy viva.

La trama continúa avanzando en una línea muy similar a lo que nos mostró en la primera parte, con la salvedad de que aquí no hacen falta las presentaciones. Ya conocemos a los protagonistas y sus circunstancias, así como el mundo y las reglas que lo rigen; por lo tanto, no es necesario andarse con rodeos para explicarle al lector las singularidades de lo que se va a encontrar, por lo que se puede ir al grano mucho más directamente.

Esta secuela sigue siendo un canto a la igualdad, la solidaridad, la multiculturalidad y la libertad. Estos valores forman parte de la ciudad que nunca duerme y hacen que sus gentes sean como son, virtudes que forjan la personalidad de los avatares. Pero en un lugar tan grande y masificado como Nueva York también hay mucho de intolerancia, racismo, homofobia, clasismo, etc., características que el Enemigo usa como armas contra la ciudad y sus personificaciones.

Sin embargo, en esta ocasión se muestra una nueva herramienta a modo de amenaza: la política. A medida que se acercan las elecciones a la alcaldía de Nueva York, un candidato empieza a ganar popularidad gracias a un discurso de odio que, por desgracia, es demasiado conocido en nuestros días (no hace falta más que ver las noticias para entender a qué me refiero): señalar al que es diferente, al inmigrante, al que apenas sobrevive a costa de su esfuerzo, trabajo y salud, y acusarlo de que los problemas que hay en la sociedad son culpa suya; volviendo al ciudadano medio en contra de sus vecinos mientras que a quien realmente favorece es a quienes tienen el dinero y el poder.

Esto desestabiliza la ciudad y, con ello, el poder de los avatares, que ven como el Enemigo se va haciendo más poderoso. ¿Cuál es la solución? Pues también la política. Y lo hacen desde dos frentes. El primero, como es obvio, es la alcaldía de la ciudad, a la que opta uno de los avatares (ayudado por el resto, faltaría más); el segundo, es una lucha de egos entre el resto de ciudades del mundo, algunas con varios siglos de antigüedad, que no soportan ver como una recién nacida les expone un problema que las demás no quieren ver.

Ilustración de R’lyeh, una ciudad sumergida con los edificios de aspecto gótico apuntando en diferentes direcciones, sin saber cual es arriba o abajo
La ciudad de R’lyeh fue creada por H. P. Lovecraft como la ciudad sumergida, construida con arquitectura basada en geometría no euclidiana, en la que el gran Cthulhu estableció su morada. Para la saga de Las grandes ciudades, la autora N. K. Jemisin la hace suya y le otorga el avatar del la Mujer de Blanco

Que conste que, aunque hable de política, no hay nada de aburrido en ello. El ritmo de la narración tiene gran parte del mérito en ello, igual de ágil que en la primera parte. Es más, a pesar de que El mundo que forjamos sea una secuela de La ciudad que nos unió, bien podían formar las dos novelas un único libro, escrito de una sola vez y no como partes independientes, pues la sensación es la de continuar leyendo una misma historia.

Por ponerle un punto negativo, he de decir que la resolución del conflicto final me ha dejado un poco frío. Me pareció demasiado light, muy descafeinado para lo que presagiaban las páginas anteriores. Es consecuente con lo que se cuenta, sí, pero no lo puedo considerar satisfactorio. En fin, es solo un lunar que no empaña para nada el resto de la historia.

Aquí le pongo el punto final a esta reseña, la de un libro (más bien una bilogía) que me ha sorprendido gratamente y que no puedo dejar de recomendar. ¿Le daréis una oportunidad? Podéis contármelo en el cajetín de comentario que hay más abajo. ¡Nos vemos!