999 pedazos
Isabel Pedrero

05/03/2024

Sinopsis: «Encerrar al Mal en un espejo y luego romperlo sonaba como la mejor idea del mundo. Nadie se imaginó en ese momento que tan solo estaban dividiendo Su poder en 999 fragmentos. Y ahora se las está ingeniando para recomponerse, reflejándose en las pesadillas de los pobres incautos en cuyas manos cae cada trozo de cristal.

Medianoche tiene una única misión en la vida y nada lo va a detener: recuperar todos los pedazos y ponerlos a buen recaudo. No es la persona mejor preparada, no es la persona más adecuada, pero es la única dispuesta a hacerlo».

Cubierta de 999 pedazos, de Isabel Pedrero
Tan solo con ver la ilustración de la cubierta, obra de Calavera-Diablo, ya podemos hacernos una idea del mal rollo que desprende la novela

¿Alguna vez has pensado en qué es el Mal? Y hablo del Mal con mayúscula, como si fuera una entidad con voluntad propia, algo que va por ahí y que tiene la capacidad de corromper a las personas, de transformar lo bueno en mezquindad, la generosidad y solidaridad en egoísmo, la empatía en envidia o frialdad.

Yo no lo había hecho hasta el momento en que me puse a leer 999 pedazos, el libro que hoy nos ocupa. En mi opinión, si de verdad existe algo así, si el Mal campara a sus anchas por el mundo, los desafortunados individuos con que se topara se verían atrapados bajo unas garras de las que jamás podrían escapar, simples marionetas obligadas a someterse a Sus oscuros designios. Por supuesto, habrá quien cediese de buen grado ante semejante poder, pero el resto sufriría una eterna agonía que los iría consumiendo poco a poco hasta que no quede en su interior nada que merezca la pena. Si de verdad el Mal se pareciera en algo a lo que acabo de describir, sería imperativo hacer todo lo posible por detenerlo. Incluso atraparlo en un espejo del que jamás pudiera salir. Y después, ¿qué?

Esa historia, la de después, es la que nos cuenta Isabel Pedrero.

«El Ser ya había entrado demasiado en sus mentes, había escarbado y arañado, llevándoselo todo y dejando tras de sí únicamente frío y sombras. Aquellas personas estaban muertas en vida y era solo cuestión de tiempo que su cuerpo acompañase a su alma. Estaban perdidos, condenados».

999 pedazos

Isabel Pedrero

999 pedazos no es la primera obra suya que cae en mis manos, ya que hace un par de años tuve el gusto de descubrirla con Omega (puedes leer la reseña AQUÍ), su novela debut. Si en aquella ocasión la historia que nos contaba era de ciencia ficción, ahora toca deleitarse con una de terror.

Para empezar, me gustaría señalar que el libro fue nominado en los pasados Premios Ignotus 2023 en la categoría de mejor novela corta. Aunque no logró hacerse con el pedrolo (ese privilegio recayó en Nía, de la que también tenéis SU RESEÑA), esa nominación ya nos dice dos cosas bastante relevantes: la primera, que si ha sido nominada será porque es una historia que gusta; la segunda, que se trata de una novela corta.

Y bastante corta, he de añadir. Edita Cerbero, una editorial que, si no la conocéis, está especializada en bolsilibros, esos libros de pequeño tamaño que caben en el bolsillo de casi cualquier pantalón (no como esas ediciones de 700 páginas que a alguna lumbrera le dio por llamar «de bolsillo»).

La verdad es que 999 pedazos se lee en un suspiro, y no solo por su corta extensión; el ritmo trepidante hace que las páginas vayan cayendo una tras otra hasta alcanzar el final de la historia. Esto, quizás, juegue un poco en contra a la hora de generar un ambiente opresivo, de hacernos sentir que las cosas van mal y que aún pueden ir a peor. Por suerte para nosotros, los lectores, es algo que no necesitamos. Isabel ya se encarga de decirnos directamente a la cara que lo que viene a continuación no va a ser bonito y que nos preparemos porque el monstruo está justo delante; aun así, el susto y el mal rato nos lo vamos a llevar igualmente (aunque eso, como en todo lo relacionado con el terror, depende más de lo asustadizo que seamos como lectores).

Un espejo cuadrado con fondo blanco en el que una figura difuminada apoya las manos desde el interior
Los espejos no solo guardan nuestros reflejos, también pueden convertirse en la prisión de seres con muy malas intenciones

En cuanto a la historia, está protagonizada por Medianoche, la única persona encargada de recuperar todos y cada uno de los pedazos en que fue partido el espejo para ponerlos a buen recaudo. Por otro lado tenemos a Adriana y la organización para la que trabaja, que ansían recolectar esos mismos pedazos para beneficio propio. Dos bandos, un mismo objetivo, fines diferentes.

La premisa de la que partimos, la de encerrar al Mal en un espejo y que al romperlo con la intención de vencerlo definitivamente solo se consiga dividirlo en muchas partes más pequeñas, me parece maravillosa. Sin embargo, y aquí está la gran pega que le encuentro a esta novelette, tengo la sensación de que la idea queda un tanto desaprovechada, que habría dado para una novela con una extensión bastante más larga y que la historia resultante hubiera sido más satisfactoria; o que, por el contrario, se hubiese simplificado el argumento, prescindiendo de algunos elementos, para presentar un relato más corto pero también más intenso. Con esto no quiero restarle méritos a la obra, sino mostrar un anhelo por lo que pudiera haber sido.

Eso sí, el formato de novela corta en que nos ha llegado 999 pedazos es el ideal para llevar a cabo una peculiaridad que enriquece mucho la historia. Si nos sumergimos entre sus páginas, no tardamos en darnos cuenta de la cantidad de comentarios a pie de página que podemos encontrar. Al contrario de lo que viene siendo habitual, no están ahí para hacer aclaraciones ni explicarnos nada del texto. Tal y como nos da a entender el título, el espejo que encerraba al Mal se partió en 999 pedazos. ¿Son muchos, verdad? Y cada uno guarda una pequeña porción de poder maligno. Entonces, ¿qué sucedió con todos esos pedazos, en manos de quién cayeron y con qué consecuencias? Aunque tuviéramos entre manos una novela de mil páginas, sería imposible conocer el destino de cada trozo.

Ahí es donde entran en juego los pies de página. Cada vez que aparece la palabra «pedazo», un comentario nos cuenta una pequeña historia referente a un determinado fragmento del espejo; pueden ser solo unas líneas, puede ocupar una página casi entera, pero siempre es algo perturbador relacionado con el Mal tan presente en toda la novela.

«No podía explicar el motivo por el que había guardado ese trozo de espejo roto, al igual que no sabía explicar el motivo por el que lo hacía sentirse especial, pero nada de eso importaría después de aquella noche».

999 pedazos

Isabel Pedrero

Puestos a resumir, solo puedo decir que 999 pedazos es una novelette muy disfrutable, corta pero intensa, que si bien podría haberse convertido en algo más grande, cumple de forma satisfactoria con lo que promete.

Ahora llega el momento de miraros al espejo para contarle a vuestro reflejo qué sensaciones os da este libro. O, mejor, contádmelo a mí usando el cajetín de comentarios que hay más abajo. Y suscribiros al boletín; no tengo la clave para evitar al Mal con mayúsculas, pero al menos no os perderéis nada de lo que suceda en De terror y fantasía. ¡Nos vemos!