Hace poco, cuando publiqué el artículo ¿Qué hace tan especial a la fantasía?, recibí algunos mensajes pidiéndome que ahondara un poco más en el tema, sobre todo explicando un poco los tipos y subgéneros que pueden englobarse dentro de la fantasía. Y eso es lo que os traigo hoy.
Para empezar, diré que estas clasificaciones son totalmente flexibles y muchas historias dependen de una visión subjetiva para catalogarlas dentro de un tipo u otro. También existe la posibilidad de que una misma novela (o película) pueda tomar características de uno y otro subgénero, perteneciendo a ambos a la vez.

Cuando alguien habla de fantasía, lo que por norma general a uno se le viene a la mente es la fantasía épica, también conocida como alta fantasía. Suelen ser grandes historias representadas en ambientes medievales, donde la magia, monstruos y otros seres extraordinarios no solo existen, sino que forman parte de la realidad cotidiana del mundo.
Una de las principales características de este subgénero es que hay un claro enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal. Lo normal es que haya un enemigo, un Señor Oscuro cuyo deseo es conquistar y cambiar el orden natural del mundo, para lo que se vale de sus vastos poderes y de sus malignos ejércitos. A este enemigo se enfrentan las fuerzas del bien, a menudo compuestas por alianzas entre diferentes pueblos y razas y lideradas por representantes valientes y nobles (tanto de corazón como por títulos nobiliarios).
El más claro ejemplo de alta fantasía es El señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien, pero también lo son Crónicas de Dragonlance, de Tracy Hickman y Margaret Weis, Legado (más conocido como saga Eragon), de Christopher Paolini o Memorias de Idhún, de Laura Gallego.

También puede suceder que en ese mundo donde magia y criaturas mágicas existen no haya un conflicto tan grande como en el caso anterior. Cuando las aventuras de los protagonistas no tienen tanta influencia en el devenir del mundo, hablamos de baja fantasía.
Aquí los personajes están compuestos por una gama de grises más amplía; por supuesto hay bandos, pero los buenos no son para nada unos santurrones y los malos tampoco son el mal personificado.
Este subgénero es bastante similar al grimdark, donde esos grises se acentúan mucho más, llegando incluso a confundir quien es bueno y quien malo.
Como ejemplo para estos tipos de fantasía, se pueden nombrar Canción de hielo y fuego, de George R.R. Martin (sí, la archiconocida Juego de Tronos), La primera ley, de Joe Abercrombie y El ángel de la noche, de Brent Weeks. Hay incluso quien también mete en este mismo saco a Harry Potter de J.K. Rowling.

Sin dejar de hablar de la fantasía más clásica, también nos encontramos la fantasía heroica o de espada y brujería. Para hacernos una idea solo mencionaré un personaje: Conan. Estas historias siguen las peripecias de un personaje, el héroe, durante su viaje personal. En ocasiones este viaje es real, en otras solo emocional, y ambos en la mayoría. Aquí el mundo no cambia tanto, pero sí lo hace el héroe a causa de sus aventuras, de sus éxitos y fracasos, de las relaciones con amigos y enemigos.
A parte del mencionado Conan, de Robert E. Howard, nos encontramos con otros ejemplos como la numerosa saga de Drizzt Do’Urden, de R.A. Salvatore, Crónica del asesino de reyes, de Patrick Rothfuss, o las series de televisión Xena, la princesa guerrera y Hércules: los viajes legendarios.

También, a medio camino de la ciencia ficción y la fantasía épica, podemos encontrarnos con la ciencia ficción fantástica. A diferencia de la ciencia ficción más clásica, en la que todo funciona en base a leyes científicas (reales o no, descubiertas o por descubrir), en la fantástica no importa el funcionamiento de la tecnología, y en cambio abundan los componentes mágicos al igual que otros elementos fantasiosos. Al igual que en la alta fantasía, es común que exista un enemigo que tiene sometido a los pueblos libres, y suele darse en entornos espaciales, en otros planetas, en otras épocas temporales («Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…»). Efectivamente, el ejemplo más claro es Star Wars, donde existe un tipo de magia (la fuerza), un malvado imperio, multitud de razas, criaturas monstruosas, etc.
Además de la saga creada por George Lucas (con sus películas, series, comics, videojuegos y novelas), me atrevería a clasificar aquí La máquina del tiempo, de H.G. Wells, Dune, de Frank Herbert o la serie marciana de John Carter, de Edgar Rice Burroughs.

Otro de los subgéneros que mezcla tipos de literatura es la fantasía oscura, nacida de la unión del género fantástico y el terror. Con esta descripción no creo que haga falta darle muchas más vueltas. Por supuesto, puede darse en cualquier entorno, ya sea una versión del mundo real o un universo creado de la nada para dicha historia.
Los mitos de Cthulhu, de H. P. Lovecraft, Apocalipsis y la saga La torre oscura, ambas de Stephen King, y la saga de Elric, de Michael Moorcock pertenecen a este género.

Acercándonos cada vez más al mundo real, nos encontramos con la fantasía histórica. Este subgénero lo que hace, básicamente, es coger un personaje, una época o un acontecimiento histórico y añadirle elementos fantásticos. Así de sencillo.
De esta manera podemos encontrarnos con Abraham Lincoln, cazador de vampiros, de Seth Grahame-Smith, Entrevista con el vampiro y otros libros de Anne Rice, Esencia oscura, de Tim Powers o La orfiada, de Víctor Conde.

Si la época en la que tenemos la historia es la actual, podríamos estar hablando de fantasía urbana. Aquí lo normal es que el mundo representado sea el mismo en el que vivimos, solo que hay una parte de la realidad desconocida para la inmensa mayoría de personas. En esa parte es donde se ocultan seres monstruosos (vampiros, hombres lobo, demonios) y la magia. No es condición indispensable, pero suele ser común que las historias estén conformadas por sagas y series numerosas.
Como ejemplos de fantasía urbana puedo nombrar las sagas Cazadores de Sombras, de Cassandra Clare, Harry Dresden, de Jim Butcher, Percy Jackson de Rick Riordan o American Gods de Neil Gaiman. Tambien mi novela La profecía de Thebos pertenece a este género

Para terminar mencionaré el realismo mágico. Al igual que la fantasía urbana, la historia se desarrolla en el mundo real y en la época actual. La diferencia está en que el argumento es realista, a pesar de que lo extraño e irreal se presenta y se percibe como algo cotidiano y normal.
Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez y La casa de los espíritus, de Isabel Allende, son claros ejemplos de realismo mágico.

Hasta aquí un pequeño repaso a algunos de los tipos más importantes del género fantástico. ¿Cuál es tu favorito? ¿Te falta alguno? No dudes en dejar tus impresiones en los comentarios.